Los focos y
los dados eran el miedo,
Y mis manos
las que rozaban el cielo...
Y la lluvia
hacía la piel mojada.
Mis palabras
hacían el viento
La luna
tímida y apagada,
Y yo en la
oscuridad oyendo:
La
tristeza de las palabras,
Que en notas
se iban convirtiendo,
Toda la
felicidad hecha segundos u horas,
Que
lentamente se iba perdiendo,
Pero como
todas y cada una de las melodías,
Tienen un
final y claro... un comienzo,
Haciendo más
clara nuestra vida,
Haciéndonos
perder y ganar el miedo.
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