sábado, 23 de marzo de 2013

Breve historia de la locura de un niño. (los cocodrilos nunca duermen)



Mientras el buscaba caracoles, los demás pequeños se alejaban, evitando el contagio de una nueva enfermedad (jajajaa!!), entre mas felicidad buscaba mas aislado quedaba, buscando abrazos en las letras y cariño entre las notas, oyendo el vacío del cristal en el suelo, buscando ***kies en su ventana... Entonces todo se apago para el, el agua le llamaba silenciosamente y las paredes lo estrangulaban poco a poco, podría decirte, pero la historia tendría un final aburrido y repentino, hablar con uno de ellos le costo otro fuerte golpe en la espalda, deseaba mas que nada que aquellos extraños le contarán esos aún más extraños secretos, pero en su boca y su jodida (maldita) imaginación los cocodrilos nunca duermen, aunque si lloran, era tan pequeño, al menos fingía que era pequeño, el lloraba en el fondo de tu cabeza, recordando oscuros magos fabricando hermosas mariposas coloridas, estrellas bajo el mar y mar bajo las estrellas, sangre incolora, amor sin dolor, dolor sin amor; cuando un trueno caía y rompía la parte dolorosa (temblorosa, hermosa) del sueño, el corría a buscarla pero siempre era la parte triste del país de la segunda estrella de la derecha hasta el amanecer... Ella misma era la que rompía el sueño, el solo guardaba silencio y buscaba algún cocodrilo vagando por el suelo (quizás, solo quizás una tortuga feliz [o tal vez  solo tal vez decapitada] caminando por el azulejo), un día el cielo se desplomó, pobre lalo ingenuo, nunca fue la misma tarde extravagante, el soñaba con la miserable parte de las margaritas para ella ( las margaritas crecían como cada día que decidíamos visitar el árbol de focos, siempre veíamos la luna y cuando volteábamos ahí estaban juntas... Margaritas y Dientes de león, ohh hermosos dientes de león  siempre estaban volando en la tarde, ¿recuerdas?, solíamos pedir deseos a las tres de la madrugada, estúpido tren nunca llegó y el aire soplaba tan fuerte y nos quemaba la cara [ siempre nos impresionó la fuerza del aire sobre los dientes de león  la de nosotros tratando de cumplir nuestros deseos]pero calmaba nuestros pensamientos) y medusas bailando en su cuello. Señalamos la luna y algunas estrellas, la segunda es la que siempre buscaba, jaa! Pero es que el tren nunca te lleva al paraíso de los niños, el lo único que consiguió fue romperse los pies, una estúpida razón más para odiar a los gatos, pero los perros a veces lloraban como los cocodrilos [siempre en la parte trasera de mis libretas y en la parte inferior de las paredes con la huella de nuestros dedos meñiques) y lo buscaban en la madriguera del conejo, la parte triste es que se fueron a nunca jamás y el lloraba porque la nieve cubría sus piernas, fue el día que pudo sentir como aquellos y ver a todos en dos simples colores, llego a casa y lo inundo con ideas pendejas de libertad, pero no sabemos si habrá un mañana para nuestra mirada, su nombre era coco.

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