Para Mari que a veces oye mis historias y la quiero mucho y para gema que tambien las ha oido algunas veces y tambien porque oye todas mis locuras y aun así me ama y yo la amo.
Cuando ella
era una niña,
La vida solía
ser sencilla,
Los días eran
lentos y la noche amiga,
Pero las
horas poco a poco transcurrían,
Y los
segundos se desnudaban y morían.
No nos quedaba
más opción que sonreír,
Y mientras dejábamos
pasear nuestras indomables palabras por ahí:
“En la noche
cuando la vida es dura,
Haz a un
lado las cortinas y veras en lo alto a la luna.
Todos los días
cuando el cielo está oscuro y el reloj marca la una,
Con los pies
descalzos y las horas muertas,
El espejo te
mostrara una pequeña puerta,
Solo atraviésala
y no la dejes abierta,
La luna
bajara y en brazos te llevara con ella,
Y como a una
bella estrella,
Podrás siempre
al lado de ella.”
Los días cambiaban,
A veces la tristeza
reinaba,
Entonces ella
no lloraba...
Solo cerraba
los ojos e imaginaba.
Las horas
pasaron,
Los días seguían
cambiando,
Y un día...
Espero a la 1
cuando el cielo estaba oscuro.
Esa noche
por unos segundos,
Las hadas habían
regresado;
Y tocando el
suelo con los pies desnudos,
Cerró los
ojos y sus pasos la llevaron frente al espejo.
Y con manos
felices
Comenzó a
atravesar el espejo,
Entonces...
todo cambio,
Frente a
ella, ella misma dormía,
Y de un
instante a otro ella misma se desvanecía
Y en la
ventana la luna la cojía en brazos,
Y olvidando
mil cosas amargas,
Lentamente con
la luna ella desapareció.
Minutos después
los padres de ella,
Entraron a
su habitación,
Pues en
sueños ya habían tenido esa visión...
Pero ya era
demasiado tarde,
Pues en el
cielo ya veían otra estrella...
Más aun así
dejaron la ventana abierta,
Para que
pudiera algún día regresar cuando ella quisiera.
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